El invierno ha tardado en llegar este año, pero ya se siente con fuerza. El frío se ha extendido por todo el territorio y con él ha aumentado la peligrosidad a la hora de conducir. La niebla, lluvia, hielo o nieve han aparecido para dificultar la labor de los conductores.
Estas condiciones climatológicas adversas pueden aumentar la fatiga del conductor y, por tanto, la posibilidad de sufrir un accidente.
- Antes de arrancar el coche, hay que revisar los neumáticos – preferiblemente que sean de invierno – y el nivel de líquidos. Si fuera necesario, deshelar los cristales con una rasqueta, nunca con agua caliente.
- Antes de emprender la marcha, debemos asegurar que vamos bien equipados. Cerciorarnos de que la batería del móvil esté cargada por completo y el depósito de combustible esté lleno. También pueden ser útiles cadenas, una linterna de emergencia, agua, ropa de abrigo y una manta.
- A la hora de ponernos en marcha, poner la llave en el contacto y esperar que todos los indicadores luminosos se apaguen y arrancar el coche siempre pisando el embrague. Si no da resultado, esperar unos segundos y repetir la operación.
- Cuando se esté circulando en condiciones de niebla o poca visibilidad es recomendable reducir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad. También hay que encender las luces antiniebla y guiarse siempre por las líneas de la carretera.
- En condiciones de hielo o nieve hay que realizar una conducción suave y anticiparse, no girar en exceso el volante y frenar en línea recta con la intensidad que sea necesaria.
Aplicando estas recomendaciones ya podemos perdernos tranquilamente por la carretera sin que el tiempo sea un inconveniente.